El silencio no exime al eco de cumplir
con su responsabilidad, cuando es demasiado largo – él…
tan solo!- va a la trastienda y desempolva viejos sonidos, palabras
guardadas en su memoria, la caja de agua donde dejó una tarde de
mar, y la lluvia de la madrugada que limpia el cielo... volviendo a
sus aposentos les pone a danzar mientras su túnica desvanecida se
tiñe de azul inmenso.
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